El género urbano nace de la necesidad de expresión de jovencitos sin recursos y probablemente también sin el talento de entonar una melodía. Recitar (rapear) utilizando una base rítmica muy sencilla permite decir muchas cosas en poco tiempo y convierte a los raperos en una especie de juglares contemporáneos que cuentan historias y manifiestan sus ideales y preocupaciones. Algunos no tuvieron o tienen ningún propósito artístico, otros deciden hacer arte con la palabra.
Hay un puertorriqueño con una formación intelectual y artística importante y se ha propuesto concienciar, decir esas verdades que otros han tratado de ocultar controlando la información que llega a las masas, conmover y promover cambios, revoluciones, muy consciente de lo que fue la música de protesta que llamaron acá en América "nueva trova". Contrario al hip hop tradicional su música fue haciéndose compleja e incorporando fusiones interesantísimas. Voy a compartir algunas de sus composiciones; una representación parcial de la amalgama de temas que componen su obra. En este género y con este artista hay que poner atención a la letra, hay muchas imágenes, metáforas, símbolos, alegorías... Espero que puedan valorar y disfrutar, aunque probablemente este no sea un género del agrado de los audiófilos y melómanos que se pasean por aquí.
https://www.youtube.com/watch?v=_Gen4bnZuoQ&list=RD_Gen4bnZuoQ&start_radio=1 Algo de su ideología.
https://www.youtube.com/watch?v=Utd8GfQajwA ¡Estremecedor!
https://www.youtube.com/watch?v=GK87AKIPyZY Lo último.
Los límites de la libertad de expresión están perfectamente definidos en varias Constituciones amparadas por el derecho europeo.
Lo de la foto del rey está amparado por la Constitución. La interpretación errónea del Derecho no cambia nuestros derechos y por eso algunos recursos se ganan y otros no.
Los derechos de unos acaban cuando pisan
los derechos fundamentales de otros
¿Puedo decir que el Rey es un evasor fiscal? Sí. ¿Puedo decir que hay que acabar con las monarquías y que conozcan su propia guillotina? Sí. ¿Puedo decir que habría que matar a todos los criminales de guerra? Sí. ¿Se puede decir que el presidente es un terrorista, un violador y que hay que cortarlo en pedazos? Sí. ¿Puedo decir que Rato, Pujol, Cotino, etc. son delincuentes y que habría que limpiar el país de escoria como esa? Sí. ¿Puedo decir que Jordi Pujol es un evasor fiscal y un supuesto delincuente y presidente supuestamente corrupto? Sí.
¿Podría decir que a un determinado juez, un político o un periodista, indicando sus nombres y apellidos cual diana cuyas direcciones son públicas, Jordi Pujol por ejemplo, hay que clavarle un piolet en la cabeza, decir que merece que explote su coche, o que es un error que Terra Lluire les deje vivos? No.
Si alguien recibe una amenaza de muerte, escrita, cantada o desafinada, tiene derecho a denunciar. Sólo un dictador o un terrorista negaría ese derecho a la vida.
¿Puedo decir que el Rey mató a su hermano? Sí. ¿Puedo decir que el Rey mató a su mujer? No. ¿Alguien puede decir de mí que tengo mal gusto para la música? Sí. ¿Alguien puede decir de mí que he robado o violado? No. Lo denunciaría si la falsa acusación o calumnia tuviese repercusión y que me perjudicara.
Si alguien es acusado de un crimen que no ha cometido, y por el que no ha sido condenado, tiene derecho a defenderse por calumnias. El derecho y la justicia le tiene que amparar. Sólo un dictador negaría ese derecho fundamental que tiene todo ciudadano.
Cuando se decapita a un profesor, ¿se puede decir que «nosotros cortamos como Samuel Paty, sin empatía» con un fondo de machetes y sierras? Por lo visto no. Asunto francés como puedes imaginar Jordi. Con la revolución cortaron cabezas reales, después los revolucionarios cortaron cabezas entre ellos, y la guillotina dejó de funcionar en 1977. Por eso tengo tanto respeto por Renaud, tiene talento, inteligencia y conocimiento.
No parece muy complicado: cuando se amenaza a alguien y se describe como matarlo, conviene no indicar sus nombres y apellidos; cuando se acusa de algo a alguien, sí se puede indicar su nombre y apellidos, pero hay que asegurarse de que es verdad, o de citar a otro que le esté acusando.